La crítica de la semana: En busca de la juventud perdida

ANÁLISIS DE AUDIENCIAS | Semana del 15 al 21 de enero de 2018

El desapego entre el público joven y la televisión es cada vez más evidente. Los millennials se nutren de otros canales para el entretenimiento audiovisual y solo acuden a la pequeña pantalla en contadas ocasiones.

Uno de los productos televisivos que más ha conectado con los jóvenes en los últimos años nace de un canal autonómico. ‘Merlí’, la ficción catalana más exitosa de la década, cerraba el pasado lunes su andadura ante un excelente 22,2% de share. El final de la serie tuvo parte de encanto y parte de decepción, nunca es fácil ponerle el broche a una historia que genera tantas pasiones entre sus espectadores. Por alguna extraña razón, la mayoría de guionistas, suelen romperse la cabeza con finales sorprendentes cuando lo que el público está esperando es un cierre sin extravagancias que resuelva dudas y sirva como catarsis para despedir a los personajes.  Más allá de su final, la ficción catalana rompió los cánones habituales de las ficciones adolescentes para desarrollar una conciencia crítica en el espectador, aunque todo hay que decirlo, la transgresión inicial se fue diluyendo a medida que avanzaron las temporadas. ‘Merlí’ arriesgó y acertó al cargar el mayor peso de su estructura en una trama sentimental entre dos jóvenes del mismo sexo. No es nada nuevo la incursión de personajes homosexuales en las ficciones españolas, el 99% de ellas los tienen, lo novedoso del caso es que la relación entre Bruno y Pol tuvo conmocionada a media Catalunya, como si se tratara de Lydia Bosch y Emilio Aragón en ‘Médico de familia’. Quizás, el final de ‘Merlí’ debería haber girado casi por completo en despejar las dudas sobre esta pareja, que era la gran incógnita de la serie.

Los jóvenes y su forma de comportarse en su entorno natural fueron de nuevo el punto de partida al que se agarró Cuatro para una de sus apuestas de la temporada. El jueves se estrenaba ‘Los reyes del barrio’ con un buen 8,5% de share, dos puntos por encima de la media de la cadena. Si anteriores docushow había un nexo común entre las historias o un objetivo a perseguir por sus protagonistas, en este caso no se molestaron en encontrar un excusa, son simplemente jóvenes de barrio con poca vergüenza y ganas de exponer su vida. La realidad en esta ocasión se ve superada por una “guionización” excesiva, ya casi nada resulta creíble en esta recreación de los estereotipos de pijos y chonis nacionales. La máxima en este género televisivo debe ser que la realidad, por poco auténtica que sea, por lo menos debe parecerlo, y en el caso de ‘Los reyes del barrio’ esta premisa ni se cumple. A excepción del grupo de jóvenes de Barcelona o del chico con problemas de oído del barrio de Salamanca,  que nos regalaron momentos desternillantes, el resto de personajes resultan excesivos y carentes de naturalidad. Sentarse en un banco de un parque cualquiera y ver la vida pasar puede suponer un ejercicio mucho más entretenido que ver alguno de estos jóvenes teledirigidos sin un ápice de espontaneidad.

En Telecinco han tirado la toalla con los menores de 50 años, los jóvenes han pasado a un segundo plano y parecen empeñados en seducir únicamente a los residentes y visitantes de los asilos españoles. Esta semana estrenaron un programa con fragancia noventera y una fórmula repetida hasta la saciedad. Carlos Sobera se ponía al frente de la nueva versión de ‘Hay una cosa que te quiero decir’ que lleva por nombre ‘Volverte a ver’. El programa se estrenó el jueves pasadas las once de la noche ante un escueto 11,6% de share, después de un partido de Copa del Rey. Alguien creyó equivocadamente que la buena audiencia del fútbol arrastraría a muchos de sus espectadores hacia el nuevo formato de Telecinco, como si el público deportivo fuera el mismo que está dispuesto a tragarse este mejunje de sentimentalismo televisado. No hay que ser una eminencia para sospechar que el forofo que consume noventa minutos de fútbol poco tiene que ver con el espectador sediento de dramas ajenos. En el primer programa de ‘Volverte a ver’ alguien engañó a Paula Echevarría para que diera algo de empaque al estreno, la actriz anunció muchos proyectos en la cadena pero de momento lo único que le han dado como compensación es ser la protagonista de una sorpresa en el programa de Sobera. El presentador, lejos de encontrar el equilibrio perfecto entre el humor y el sentimentalismo que sí halló Jorge Javier Vázquez, pasa de puntillas por las historias sin implicarse de ninguna manera en los dramas personales. En fin, si algún joven conectó con el formato fue por la gran profesionalidad de reporteras con tanta formación como Gloria Camila o Sofía Cristo…

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