ANÁLISIS DE AUDIENCIAS| Semana del 9 al 15 de octubre de 2017
Antiguamente los viernes noche eran terreno abonado para dedicarle tiempo a la vida social, o falta de ella, para quedarse en casa viendo el Deluxe. El corazón se ha visto desterrado de la pantalla y la batalla se disputa entre el talento y los reportajes de investigación.
A falta de descubrir que nos depara el nuevo ‘OT’, ‘La Voz’ sigue siendo el mejor talent show que se emite en España. Su mecánica endiablada y la habilidad para seguir encontrado voces sorprendentes hacen del concurso un pequeño milagro de la pequeña pantalla. Su quinta edición pierde terreno respecto a la anterior, pero sigue liderando la noche del viernes, esta semana marcaba un buen 19,2% de share. ‘La Voz’ combina un gran show a nivel visual con un descarte de concursantes emocionante y cruel hasta el final. Todo ello aderezado por unos jueces, que pese a los altares que ocupan entre los números uno de las listas musicales, consiguen parecer cercanos una noche a la semana. Aunque Manuel Carrasco y Pablo López estén enfrascados en un concurso de poesía, el talento musical y las trayectorias de los cuatro coaches sirven para tapar sus deficiencias como creadores de entretenimiento televisivo. Entre los dos triunfitos andaluces y Malú hay cierta química e interacción, los tres terminan apostando siempre por el mismo perfil de concursante. El problema llega cuando le toca jugar a Juanes, el colombiano parece flotar en una galaxia paralela y no muestra ningún interés en representar un papel más proactivo para remar a favor de obra.
El gran rival de ‘La Voz’ en la noche del viernes es ‘Tu cara me suena’, que si bien lideró en su estreno ahora se ve superado por el concurso de Telecinco por segunda semana consecutiva. Podría hacer juegos de palabra terriblemente malos con el título del programa y la discreta popularidad de los concursantes de esta edición, pero ya se han hecho muchos por las redes y tampoco es que un servidor tenga el don de la gracia muy desarrollado. Descuidaron algo el casting en esta ocasión, ya sea por exceso de confianza o porque al tratarse de la misma productora que ‘Operación Triunfo’ destinaron más ilusiones en resucitar el salvavidas de TVE. Si recordamos nombres de la anterior edición: la gracia de Yolanda Ramos es infinitamente superior a la de David Amor, el carisma de Rosa de España es incomparable al de Diana Navarro o el talento para la imitación de Blas Cantó es de otro mundo si lo comparamos con el “desparpajo” de Fran Dieli. Faltan ingredientes para el show y ya no es suficiente con el circo dirigido por Àngel Llàcer. Algo falla cuando en casa esperas mirando el móvil que acabe la actuación para escuchar la valoración. Un gran embalaje al que le falta la materia prima, hay más talento en los nombres de los títulos de crédito que en el escenario. El talent show presentado por Manel Fuentes marcaba esta semana un correcto 17,9% de share.
A pesar de que sus datos de audiencia disten mucho de los logrados por los talent shows de Antena 3 y Telecinco, la voz más distinguida de los viernes noche es la de Glòria Serra. ‘Equipo de investigación’ lleva nueve temporadas instalado en nuestra televisión y no parece que nadie vaya disputarle el espacio que ocupa. Una puesta en escena reconocible y una narración característica son las señas de identidad de este formato que cuenta con una legión de fieles seguidores semana tras semana. El pasado viernes nos sorprendían de nuevo con la temática de una de sus pesquisas y el entramado de Marina d’Or le regalaba al programa un notable 7,5% de share. Su principal mérito recae en apostar por temas que no resultan obvios de merecer una investigación hasta que no descubres el contenido del reportaje. Esta semana acertaban de pleno al abordar el éxito y el declive del complejo vacacional castellonense. Marina d’Or representanta el paradigma de la especulación inmobiliaria, un reflejo del carácter español tan dado a los delirios de grandeza en base a un rebaño que solo atiende a promesas teñidas de picaresca. El programa supo plasmar a la perfección este despropósito arquitectónico, una fantasía de cartón piedra que creció gracias a las siempre espléndidas instituciones valencianas.
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