David Broncano, Carlos Latre y Pablo Motos: El bueno, el breve y el malo

David Broncano, Carlos Latre y Pablo Motos: El bueno, el breve y el malo

Por primera vez en muchas temporadas, hay partido a las diez de la noche. David Broncano ha logrado mirar a la cara a las hormigas de Pablo Motos, algo impensable hasta el momento, y gane quien gane, la mayor beneficiada será la televisión en abierto

En este país nunca hemos sido de grises, cualquier minucia puede convertirse en una guerra civil. Nos da igual rivalizar sobre la exhumación de Franco que sobre la necesidad de cocinar la tortilla de patatas con o sin cebolla. Y ahora nos toca elegir entre David Broncano o Pablo Motos. La televisión vuelve a estar en boca de todos, ya sea en las barras de los bares o en las marquesinas de los autobuses. Y eso es motivo de alegría para los que nos dedicamos, o simplemente gozamos, de la pequeña pantalla. Cuando muchos la daban por muerta, la tele en abierto ha dado un golpe en la mesa para seguir reivindicando su influencia en la cultura popular.

Pero hay algo como muy obvio que chirría entre tanta algarabía: ¿Dónde están las mujeres en el access prime time? Mientras ellas tienen sus reinados en otras franjas, parece que la noche les ha sido vedada. Cuando terminan los informativos la televisión se convierte en un campo de hortalizas. Y no solo en las tres principales cadenas, si ampliamos el plano a esas horas del día comprobamos que en La Sexta, Cuatro y La 2, los que manejan los cortijos, también comparten un mismo género: Carlos Sobera, Wyoming y Aitor Albizua. No descubro nada, pero el balance es desolador.

Entre tanto hombre, Carlos, el breve, fue el primero en desembarcar este curso al access prime time. Y el primero en irse. Unas audiencias paupérrimas han imposibilitado la continuidad de un barco que zarpó hundido. El fracaso de ‘Babylon Show’ es algo que solo debe haber sorprendido a los directivos de Mediaset, ya que viendo las promos del programa el resto de mortales intuíamos el desaguisado. O incluso antes, cuando plantearon el formato. Carlos Latre tiene un expediente notable como colaborador e imitador, pero su garantía como presentador era nula. Un tío simpático, pero con muy poca entidad para personalizar un talk show en su figura. Es un actor, más que un comunicador, que en este caso no le han dado ni un buen guion.

Imagino que conscientes de las carencias del presentador, alguien decidió trufar el espectáculo con muchos elementos sin sentido. Bajo la máxima del “que pasen cosas” se desdibujaron por completo las funciones de los artistas del circo. Demasiada gente atropellada entre las páginas de un humor caduco. Y Latre, ataviado cada noche con una americana de cantante de orquesta, intentando tapar con una sonrisa forzada unos gags incómodos hasta para los más acérrimos. Alguien como él, con tantos minutos de tele a sus espaldas, seguro que intuía el desenlace. Ánimo.

Latre cabalgó a trompicones durante una semana hasta que llegó Pablo Motos y lo remató. ‘El Hormiguero’ volvió como mejor sabe hacerlo, tirando de chequera y gastando pasta a mansalva en su estreno. Nada nuevo en la 19ª temporada de las hormigas; cuando llevas tanto tiempo liderando es normal que caigas en la autocomplacencia. En lo que refiere al sesgo ideológico del formato ya he escrito mucho anteriormente, pero todo lo que dijo la actriz Mónica López al respecto me parece acertadísimo. Eso sí, su capacidad para generar un gran espectáculo televisivo es indiscutible.

Pero la sonrisa a Motos le duró poco, tenía que aterrizar Broncano para darle una patada al tablero. Éxito incontestable de ‘La Revuelta’, convirtiéndose en dos ocasiones esta primera semana en el programa más visto de la parrilla. Apuesta valiente de la televisión pública y coherencia de la productora al mantenerse fiel a sus orígenes. La fórmula tiene un engranaje y un tono tan rodado que su éxito es totalmente independiente a la popularidad del invitado

Ahora es el momento de David Broncano, como antaño fue el de Xavier Sardá, el de Buenafuente o el de Pablo Motos. El jienense ha encontrado un humor capaz de interpelar a distintas generaciones, encontrando el término medio entre lo chusco y lo demasiado elevado. Sin parecerse a nadie, el humorista ha logrado lo más complicado: establecer unos códigos propios entre el programa y su audiencia. Una audiencia que supera el 30% de share entre los más jóvenes y que supone un potente antiarrugas para la televisión en abierto, con tendencia a envejecer en los últimos tiempos.

Por primera vez en muchas temporadas, hay partido a las diez de la noche. El reinado de Motos, que parecía inamovible, ahora se ve amenazado por un tipo aparentemente mucho más gamberro. David Broncano ha conseguido mirar a la cara a las hormigas, algo impensable hasta el momento, y gane quien gane, la mayor beneficiada será la televisión en abierto.

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