La crítica de la semana: Retratos de juventud

ANÁLISIS DE AUDIENCIAS | Semana del 1 al 7 de octubre de 2018

Los jóvenes no han abandonado la televisión, simplemente han diversificado la forma de consumirla. Una oleada de productos protagonizados por veinteañeros ha irrumpido con fuerza este otoño, demostrando que todavía hay esperanza en las nuevas generaciones.

Con permiso del culebrón protagonizado por Miriam Saavedara y Mónica Hoyos, ‘OT 2018’ es el entretenimiento televisivo favorito de los jóvenes españoles. Probablemente sus datos de audiencia convencional son más notables que excelentes, el programa musical está por debajo del 20% de share aunque supera con creces la media de la cadena, pero si computamos todos los soportes audiovisuales por los que se trensmite el éxito de los triunfitos es incontestable. Los quehaceres de los concursantes se encuentran cada día entre lo más comentado de Twitter y su evolución en directo a través del canal de Youtube acumula miles de visualizaciones. En una época la que los jóvenes españoles observan la pequeña pantalla como si fuera zoótropo, la nueva edición de ‘Operación triunfo’ demuestra que todavía hay un público potencial menor de 40 años que demanda experiencias televisivas que interpelen a sus emociones.

La generación de triunfitos de 2018 ofrece un abanico de posibilidades musicales mucho más completo que la generación anterior, vienen mucho más producidos de casa aunque en esta perfección pierden algo de la autenticad que caracterizaba a los Alfred y Amaia. Y es un error mayúsculo lo que estoy haciendo, para disfrutar de esta nueva edición hay que partir de cero y abandonar la constante comparativa con sus predecesores. Mis amigos me dicen que sí, que cantan muy bien, pero que echan de menos a Amaia hablando de mechas californianas o a Aitana arrasando con los San Jacobos.  Tienen algo de razón, de momento es un derroche de talento musical pero falta algo de espontaneidad. Hay materia prima para ofrecer un gran programa: voces como las de Famous, África o Noelia combinadas con el carisma de María o Dave. Solo hace falta aderezarlos, y no a nivel académico con un profesorado intachable, sino más bien a nivel de show televisivo. El repertorio de la última gala hizo un flaco favor a la evolución del concurso, con de hits de usar tirar del 2018, desaprovechando la personalidad vocal de alguno de los concursantes. Otro de los elementos a mejor es el papel del jurado, que está totalmente desdibujado y no genera ningún tipo de reacción en el espectador más allá de la apatía. Su aportación no suma, son meros transmisores de un pase a la siguiente gala con el mismo ímpetu que las barras de un peaje.

De la misma forma que ‘OT’ se ha adaptado al lenguaje audiovisual de las nuevas generaciones, la ficción española también tiene a su serie juvenil de 2018. No es ‘Élite’, la serie de la que todo el mundo habla por el simple hecho de ser de Netflix (los encargados de  promoción de la plataforma son genios de la comunicación), sino que se trata de ‘Skam’, de Movistar +. La ficción de Cero, que es una adaptación de origen noruego, rompe los esquemas de todo lo que hemos visto en este género hasta ahora. Nada que ver con ‘Física o química’ o ‘Compañeros’, empezando por la duración cada capítulo,  ‘Skam’ no llega ni a los 30 minutos. Su narrativa es otra, introduciendo conversaciones de whatsapp en la pantalla como si fueran escenas del guion, los personajes tienen incluso cuentas en Instagram para completar la historia. La serie destaca por su “hiperrealidad”, su frescura y por su capacidad de envolverte y entretenerte en una estética aparentemente low cost. Plano a plano nos asomamos al costumbrismo de una generación desconocida para los que dejamos la adolescencia ya hace unos cuantos años. Si bien es verdad que alguna de sus actrices secundarias bien merecería un curso intensivo de interpretación con Los Javis, el regusto final tras el visionado de uno de sus capítulos es positivo. El binomio perfecto entre la televisión del 2018 y las nuevas generaciones.