Salta la bomba que lo sacude todo: Rómulo se ha marchado para servir en la casa de los duques de los Infantes, archienemigos de los Luján tras el luctuoso desenlace de Jimena. Y Pía también sirve allí. ¿Qué consecuencias tendrá todo esto en La Promesa?
Con la finalidad de apaciguar las cosas, Manuel anima a su padre a acudir a la fiesta de los duques de Urbizu con Cruz, por el bien de su imagen. Y todos los implicados parecen estar de acuerdo en que Curro y Julia se casen, pero Alonso trata de intervenir en favor del que cree su sobrino para que no haga algo que no quiere hacer.
En paralelo, Teresa toma una decisión definitiva de cara a permanecer en La Promesa con Marcelo o marcharse para siempre. Su sitio es ese y no quiere irse como pretende su hermano. Una vez más, Martina pone a prueba a Ayala, haciéndole preguntas escabrosas sobre sus relaciones con el servicio.
Las ausencias de Jana en las comidas familiares fuerzan a Cruz a organizar una nueva cena de bienvenida para obligar a la muchacha a acudir, pero acaba resultando toda una humillación para la joven, que se siente fuera de lugar y abandona aduciendo una indisposición. La marquesa se relame por dentro, pues ha conseguido su objetivo.
Avance de 'La Promesa' del viernes 22 de noviembre
Jana se disculpa con Manuel por haber abandonado la cena abruptamente y acuerdan que Jana no volverá a cenar con el resto de la familia hasta que se sienta realmente preparada. Además, la marquesa contrata por sorpresa a una institutriz para corregir a Jana y para ayudarle a aprender a convivir en la nobleza, lo que añade más presión y humillación para la ex doncella.
Y Alonso accede finalmente a acompañar a su mujer a la fiesta de los condes de Urbizu, siempre y cuando ella abandone la guerra contra los duques de los Infantes.
Martina y Petra se enfrentan abiertamente al conde de Ayala, mientras José Juan pide a Lorenzo dinero para seguir con la boda. Entretanto, Petra le asegura a Santos que pronto descubrirán toda la verdad sobre su madre.
El padre Samuel cambia de opinión y finalmente no reconoce haber robado el crucifijo y, ante los reproches de María Fernández, que lo vio todo, este muestra su cara más agresiva y evidencia que es un párroco con un lado muy oscuro.
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