‘The Dancer’ necesita volver a la sala de ensayo: Los pros y contras de su estreno en TVE

Fremantle ha desembarcado en La 1 de TVE con ‘The Dancer’, un formato con mucho que perfilar para lograr convertirse en una de las joyas del entretenimiento de la cadena pública. Tanto Ion Aramendi como Sandra Cervera, forman un tándem fresco y ágil para guiar al espectador.

The Dancer, la gran apuesta de entretenimiento de TVE para el segundo trimestre de la temporada, ha llegado por fin al prime time de La 1 para hacernos bailar y emocionarnos con los mejores bailarines del país. Ion Aramendi toma las riendas de maestro de ceremonias acompañado por el debut de Sandra Cervera como presentadora de un talent show que viene precedido por un gran éxito de audiencia en su versión británica en la BBC.

Su mecánica parece sencilla: Los aspirantes deberán mostrar su talento para el baile en una amplia sala de ensayo con un gran espejo frente a ellos, que esconde detrás de él un gran plató de televisión donde los capitanes y el público analizan su actuación mientras votan con un mando. Si el bailarín consigue el 75% del apoyo, el espejo se abrirá dando paso a la locura y a la fiesta de los presentes en el estudio. Sino, los concursantes no tendrán opción de explicarse frente al «jurado» formado por Lola Índigo, Rafa Méndez y Miguel Ángel Muñoz. Pero, ¿se ha conseguido adaptar el formato con acierto a la televisión española? Analizamos los pros y contras del estreno del talent show.

Aciertos: Los capitanes, los presentadores y la gran escenografía

La elección de Lola Índigo, Rafa Méndez y Miguel Ángel Muñóz funciona. Son tres profesionales de reconocida carrera artística en España en sus respectivos campos y además juega con el morbo del reecuentro más polémico de ‘Fama, ¡A Bailar!’, sentando en una misma mesa a profesor y ex alumna después de varios años del fin del formato de Cuatro donde Méndez expulsó a Mimi de una de sus clases. Un recuerdo que perdura en la memoria de muchos espectadores y que jugará a favor de los rifirafes que surjan entre los Capitanes de ‘The Dancer’, quienes deberán elegir en cada audición a un sólo bailarín por equipo.

Quienes también forman un tándem fresco y novedoso para el futuro de los talents show es el formado por el «cazador» Ion Aramendi, en su gran salto al prime time y el aterrizaje de Sandra Cervera como copresentadora del formato. Están cómodos y saben de la gran oportunidad que se les ha brindado con la llegada de un nuevo programa a TVE. Juegan con los concursantes, comentan durante las actuaciones, charlan con los nerviosos familiares e interactúan con los Capitanes. Una pareja que hila de una manera ligera cada actuación explicando la mécanica de ‘The Dancer’ al público presente en el estudio y a los espectadores desde sus casas.

La gran novedad de ‘The Dancer’ es su cuidada escenografía. Su sala de ensayo, escondida en el plató y separada del público y la mesa de los jueces por un gigantesco espejo, provoca que la soledad de los bailarines aspirantes se traspase. La entrada de cada concursante o grupo de baile, en silencio, consigue mantener un silencio sepulcral en el estudio, que se rompe en un ruido y un jolgorio por todo lo alto si la audición alcanza el 75%. En ese momento, la fiesta invade todo.

Destacar también como punto positivo la llegada de Fremantle a TVE, una de las productora de entretenimiento más espectaculares y profesionales de nuestra televisión. Su calidad a la hora de producir los formatos ha conseguido que todas las cadenas quieran trabajar con ellos, y su desembarco en la cadena pública es un dato que no hay que dejar escapar.

Contras: Una mecánica incomprendida y la falta de ritmo

La llegada de un nuevo formato de entretenimiento a la televisión en España es siempre un síntoma de que las cadenas quieren seguir sorprendiendo y apostando por un amplio y variado catálogo de programas.

En el caso de ‘The Dancer’, con una mecánica sencilla y aparentemente comprensible para el espectador, no debería ser complejo mostrar en pantalla cada paso para que quede entendido todo. Pero el estreno del formato de baile ha pinchado en lo más importante: Que el espectador no comprenda cual es la razón por la que el espejo se abre y por qué todo el mundo se levanta de sus asientos para celebrarlo.

Tanto Sandra como Ion han explicado durante todo el programa que al alcanzar un 75% de los votos del público, el concursante sale de la Sala de ensayo al plató. No descartaría la opción de añadir en la postproducción de las audiciones un marcador que sirviera como guía para ver si el concursante está gustando o no al público. Una especie de termómetro que haría que el nerviosismo fuese mayor, pues desde casa se vería el dato exacto conseguido por los eliminados y hasta por los clasificados, ver quienes consiguen tan sólo un hipotético 30% frente a los que pasen arrasando hasta alcanzar el 90%.

Su ritmo también se ha visto algo entorpecido, pues pese a las pinceladas del público comentando en directo todo para soltar los chascarrillos que muchos haríamos desde el sofá, la dinámica ha resultado ser demasiado pesada. Ha faltado mostrar la gran emoción que se vive en plató (que verdaderamente existe), el empatizar con las lágrimas de Lola Índigo con las historias más duras de los concursantes, o sufrir realmente en si el espejo se partirá o no en dos. Algo que no debería resultar complejo de solventar para el veterano equipo de Fremantle de cara a las próximas galas de esta primera temporada.

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