Pereza. Esta es la palabra que utilizaría si alguien me pidiera definir la gala de anoche de Gran Hermano en un solo vocablo. Se supone que era la de Halloween, una de la más mágicas y que mas humor transmiten, pero no. Como seguidor en profundidad del formato que soy desde aquella edición del 2007, este tipo de especiales se han caracterizado por tener al espectador pegado a la pantalla desde el comienzo hasta el final, deseando ver a los concursantes desfilar por el pasaje del terror de turno y siendo testigos de cómo sus miedos se hacían realidad.
Los habitantes pasaron Al Apartamento donde recibieron una suculenta cena, pero también la pronta visita del presentador para comunicar el resultado de la nominación semanal, saldándose con la expulsión de Rebeca. Luego un sinfín de eternos desfiles de concursantes entre zombies, tartas y payasos. Lo único a resaltar positivo del Halloween 2016 es la forma en la que se ha estructurado el pasaje de manera que haya un momento que el concursante en cuestión quede inmovilizado y no pueda escapar del tartazo o pringue de turno, pues era odioso ver como en anteriores ocasiones escapaban del castigo por culpa de la libertad de movimiento.
Todo esto me da a pensar si 'Gran Hermano' está ejecutando un plan para dinamitar el programa desde dentro, pues no entiendo el bajón tan impresionante que está dando en esta última edición en cuanto a contenidos y dinámica. Puede que sea el casting, puede que necesite el programa un descanso o simplemente puede que las ideas se hayan acabado y este sea el principio del fin. Eso sí, tengan claro que Jorge Javier es solo la punta del iceberg
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