El suplicio del escándalo de Santos Cerdán: Qué difícil es ser de izquierdas y ver la televisión

Entre informativos propagandísticos, tertulias plagadas de ultraderechistas y voces progresistas que piden elecciones como si nada estuviera en juego, la experiencia televisiva para muchos votantes de izquierdas roza el calvario estas semanas.

Vicente Vallés en 'Antena 3 Noticias', 'Horizonte' y 'Código 10'
Vicente Vallés en 'Antena 3 Noticias', 'Horizonte' y 'Código 10' | Antena 3 / Mediaset

Ser de izquierdas y encender el televisor estos días es un auténtico suplicio. Un camino repleto de minas, en el que los rojos vamos saltando de cadena en cadena con miedo de encontrarnos nuevas informaciones sobre el gobierno progresista. Santos Cerdán nos ha jodido la vida: nos ha quitado las ganas de consumir información en la pequeña pantalla, y nos hemos visto obligados a tragarnos contenidos más absurdos, como el Mundialito de Clubes.

Es triste decirlo, pero una vez conocidos los hechos, casi preferimos vivir en la ignorancia. Ya sabemos lo ocurrido, así que, antes de regodearnos en el lodazal de la ultraderecha televisiva, preferimos seguir informándonos por nuestros medios de confianza, antes de sufrir una miniúlcera. No voy a promover el aislamiento televisivo, pero sí cierta precaución antes de asomarse a ciertos programas e informativos que han encontrado, en la cagada descomunal del PSOE, una punta de lanza para volcar toda la inquina que tenían acumulada.

Entre todos los que se han apuntado estos días al aquelarre justificado contra el Gobierno, el más peligroso es Vicente Vallés. Hay que recordar que el suyo es el informativo vespertino más visto en España, y estas semanas sus datos son excepcionales, al situarse por encima del 20% de share. A los noticieros de Antena 3, las miserias del PSOE les han venido muy bien para incrementar su audiencia; y es que llevan años significándose como azote de Pedro Sánchez. Vallés ya se ha desmelenado del todo, se ha dejado de sutilezas y mete opinión en cada noticia que narra. Un informativo reconvertido en un atril desde el que soltar arengas políticas.

Lo de Vicente Vallés era esperable y, en parte, merecido. Cero sorpresas. Pero lo más jodido de estos días, como persona de izquierdas que ve la televisión, es encontrarte con comunicadores supuestamente progresistas animándonos a salir a las calles para reclamar un adelanto electoral. Ahí es donde afloran las diferencias de clases, por muy de izquierdas que seamos todos: para los pudientes mediáticos, unas elecciones y un posible cambio de gobierno no implican ninguna afectación real en su día a día. Pero para el resto —los que ganamos lo justo para sobrevivir e irnos de vacaciones a Conil— que gobierne el PP es una auténtica tragedia. Así que, desde vuestras atalayas del progresismo burgués, no nos toquéis las narices.

Los votantes de izquierdas tenemos un panorama televisivo lamentable, independientemente del flanco al que miremos. No nos merecemos esto. Después de tanto tiempo defendiendo al Gobierno, ahora nos han dejado con el culo al aire, con una indignidad de las que manchan la historia.

Con la cantidad de hienas ultraderechistas que estaban esperando oler la sangre de Sánchez para lanzarse a degüello, Mr. Handsome no podía permitirse tener al lado a semejantes Torrentes. Y ahora ha llegado el momento de gloria de sus detractores. Los pseudoperiodistas de los digitales más hilarantes están pluriempleados estos días, desfilando a todas horas por los platós de televisión. No tienen tiempo ni de cambiarse el modelito. Las puertas de las casas de Nacho Abad e Iker Jiménez siempre están abiertas para la desinformación y la alta comedia, y ahora tienen cola en la puerta.

En tiempos como estos, en los que encender el televisor es un auténtico viacrucis para cualquier rojo, uno desearía que la reina de Inglaterra hubiese retrasado su viaje al cielo hasta estas fechas, solo para poder ver otra cosa en la pequeña pantalla.

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