El género del true crime quizá ya esté demasiado sobreutilizado. Aunque antiguamente estaba peor visto, como si fueran documentales de segunda, de sobremesa, gracias a la llegada del streaming, este tipo de producciones florecieron. ¿Quién no ha visto alguno, aunque sea de pasada? Netflix es una de esas plataformas que se han especializado en estrenarlos, con ejemplos recientes como ‘A los gatos ni tocarlos’ o ‘El cuerpo en llamas‘ (aunque este último es una serie de ficción). Pero incluso en otras como MAX, con ‘El gafe’, este género ha seguido generando conversación al pasar de los años. El problema es que todos están cortados un poco por el mismo patrón… hasta que ha llegado recientemente ‘Cómo cazar a un monstruo’ a Prime Video.
Carles Tamayo es un youtuber amante del cine desde pequeño, que se acabó especializando en investigaciones periodísticas. Precisamente gracias a eso, su canal empezó a destacar, porque llevaba el periodismo a un nuevo nivel, mucho más emocionante y audiovisual. Así lo muestra él al comienzo de ‘Cómo cazar a un monstruo’, con imágenes de archivo de cuando era pequeño, y sus cortometrajes, que rodaba estando en el colegio y en el instituto. Y, tras esa pequeña introducción, nos presenta a Lluís Gros, al que seguiremos durante tres episodios de infarto. Este hombre había sido dueño de un cine en Masnou, en Barcelona. A ese cine había ido muchas veces de pequeño el propio Carles. Por lo que cuando Gros contacta con él para que haga un vídeo de su vida, Carles acepta.
Pero antes de quedar con él, descubre que está condenado a 23 años de cárcel por abuso y prostitución de menores. Lluís, lejos de arrepentirse o disculparse, insiste en su inocencia. Por lo que el propio Carles Tamayo, al principio reticente, decide aceptar, sobre para tratar de descubrir por qué Lluís Gros aún no está en prisión, pese a tener una sentencia en firme. A lo largo de los tres capítulos, iremos descubriendo de la mano de Carles no solo pruebas de esos abusos por los que fue condenado Lluís, sino también muchos otros casos que se remontan varias décadas atrás. Le seguimos día a día, y vemos su plena convicción de no haber hecho nada. Su sensación de impunidad. Y, sobre todo, un fallo del sistema que se acrecenta en último episodio de infarto.
Carles Tamayo lleva el ritmo de ‘Cómo cazar a un monstruo’ como un reloj. Masca toda la información para dárnosla de manera perfecta y evidente. Pero nunca nos trata como tontos. No intenta ser más listo que nadie. Ni siquiera más listo que el monstruo al que hace referencia el título. Busca exponer los hechos según los va descubriendo… y busca hacer justicia. Es necesaria una compensación para las víctimas, aunque sea en forma de disculpa pública. Y Carles lucha por ello durante todo el documental.
‘Cómo cazar a un monstruo’ cambia las reglas del juego. Nos hace partícipes en todo momento de la historia, y no busca giros de guion efectistas. Además de contar con un conductor de lujo que es el propio Carles, que tan bien domina las técnicas de comunicación. Todo ello nos pone los pelos de punta, y nos hace preguntarnos por qué un pederasta tan terrible como Lluís Gros seguía paseando tranquilamente por su pueblo. Hay un testimonio de una de las víctimas que deja clara esa impunidad insultante que tenía. Después de tenerle «retenido» dos días en una casa a las afueras, Lluís le llevó de nuevo a casa de sus padres como si no hubiera pasado nada, saludando a sus padres con una sonrisa. O no sentía haber hecho algo malo, o le preocupaban cero las consecuencias.
Hasta el último minuto, él defiende no haber hecho nada, pero su egocentrismo es al final el ancla que acaba de hundirle. Se siente tan ajeno a todo que, en otra brutal escena de ‘Cómo cazar a un monstruo’, se le ve hacer una videollamada con varios menores de edad, haciendo chistes de índole sexual. Con menores que ni siquiera conoce en persona pero a los que exige que conecten la cámara para poder verlos. Como esta escena hay varias a lo largo del documental, que pone por delante la historia, antes que la forma o el acabado visual. Porque al final es ese tipo de periodismo nuevo que llega desde Youtube, desde las redes sociales. Desde esa forma de consumir que no permite ni un segundo de descanso. Y eso que los capítulos duran casi una hora cada uno.
‘Cómo cazar a un monstruo’ es un documental que va a dar que hablar. Ya no solo por la necesaria participación de Carles Tamayo para detener a un criminal, sino también por su crítica al sistema y su burocracia. Cuando veáis el final del último episodio, entenderéis muchas de las cosas que ocurren en España. Si no es por la insistencia del propio Tamayo, quién sabe cómo habría acabado toda la historia de Lluís Gros. Por suerte, ya no podrá pasear tranquilamente por su pueblo ni contactar con menores para satisfacer sus sórdidos deseos. El monstruo salió del armario pero la luz le derrotó.
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