Inés Hernand y su concurso en 'MasterChef Celebrity', una roja en tierra hostil

Inés Hernand y su concurso en ‘MasterChef Celebrity’, una roja en tierra hostil

La gente de izquierdas debemos ocupar los espacios que nos han sido vedados en los últimos años. Recuperar los altavoces que nos ofrece la televisión para hacer llegar nuestros mensajes a un público que tiene menos posibilidades para acceder a ellos.

Hubo un tiempo en que ser de izquierdas y aparecer en televisión estaba bien visto. Después de la Transición, la progresía se adueñó del relato ideológico, y la escena cultural se inundó de doctrinas aperturistas que marcaban los valores que debía regir la nueva España. La justicia social, la igualdad de género o la libertad sexual eran algunos de los dogmas que se promovía a través de la pequeña pantalla, en un país que pedía a gritos un buen meneo después de años sumido en el gris.

La televisión era moderna, y ser moderno en esos tiempos era ser de izquierdas. Muchos y muchas encontramos en la pequeña pantalla un refugio cultural, una brecha por la que entraba una corriente de progreso mucho más avanzada de lo que lo estaba nuestra realidad. Desde las entrevistas de Julia Otero a los universos bizarros de ‘Crónicas marcianas’, la tele ofrecía un abanico de referentes ideológicos con un sesgo mucho más de izquierdas de lo que nos toca vivir en el presente.

Inés Hernand, lo más disruptivo de ‘MasterChef’ en sus más de 10 años de historia

Inés Hernand, concursante de ‘Masterchef Celebrity’

En los últimos años esta tendencia se ha invertido drásticamente. Los rojos y maricones de ‘Sálvame’ simbolizaron los últimos reductos de libertad, y ahora parece que el discurso imperante en la pequeña pantalla es claramente conservador. El público que consume tele ha envejecido y con ellos el viraje ideológico se ha hecho más evidente. En el monopolio de la derecha mediática también han ayudado los remilgos del rojerío. La mala costumbre de la izquierda de mirar el entretenimiento por encima del hombre. De no poder lidiar con las propias contradicciones a la hora de afrontar un reto televisivo que puede devaluar nuestros ideales.

La última víctima del señalamiento por parte de la parte de la izquierda más inquisidora ha sido Inés Hernand. A la madrileña no le perdonan que comparta lechugas y risas con Cristina Cifuentes en la nueva edición de ‘MasterChef Celebrity’. Los talibanes de la moral, consideran que la madrileña ha dejado atrás su lucha de clase por el generoso cheque que le ha puesto por delante RTVE. Con ello, olvidan, que la presencia de Inés en ese nido de caspa es lo más disruptivo que ha pasado por MasterChef en sus más de diez años de historia. Solo hace falta ver la cara de Samantha Vallejo-Nágera para comprobar que la presencia de la presentadora de ‘Gen playz’ les resulta incomoda. 

Señores iracundos de Twitter: no hay nada malo en que Inés Hernand pueda tener buena sintonía con Cifuentes, todos tenemos a un pepero en nuestra familia y no por ello le echamos cianuro en los langostinos en Nochebuena. Suma mucho más el hecho que esté, y que desde su posición no se amilane a la hora de seguir reivindicando todo aquello por lo que gritamos el resto.

La gente de izquierdas debemos ocupar los espacios que nos han sido vedados en los últimos años. Recuperar los altavoces que nos ofrece la televisión para hacer llegar nuestros mensajes a un público que tiene menos posibilidades para acceder a ellos. Están muy bien las conferencias de Sumar o los podcast de Isa Calderón, pero no debemos perder los púlpitos de difusión de masas. Siempre que uno se mantenga en sus proclamas, no pierde la dignidad por cocinar col lombarda con el enemigo al lado.

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