Ángel Cristo y ‘Supervivientes’: Un espectáculo secuestrado por un domador de circo

A Ángel Cristo en 'Supervivientes' se le han permitido demasiadas cosas, tantas, que imagino que este domingo viene con un buen cheque bajo el brazo para que no largue demasiado sobre sus tejemanejes con la organización.

En un espectáculo televisivo todo está permitido, o casi todo. Los formatos dedicados al entretenimiento deben tener como única premisa satisfacer a través del show a su audiencia. No meto en este saco a los programas informativos, de actualidad o similares, que deben regirse por otros patrones que van mucho más allá del puro espectáculo. Pero cuando se trata de entretener, el único límite debe ser el código penal; en cuestiones éticas o de buen gusto mejor no entrar, ya que cada uno tiene las suyas.

Dicho lo anterior, y antes de entrar en materia, lo único que me indigna en los límites del show televisivo son las incoherencias. Y de estas en la última edición de ‘Supervivientes’ hemos visto unas cuantas. Empezando por la propia cadena, que pese a un espiral de blanqueamiento y de erguirse como una televisión familiar, no han tenido problema en jugar con todos los elementos de la perversión para atrapar a la audiencia. Un juego del todo lícito hace un par de años en Telecinco cuando con Vasile al frente Mediaset iba de cara, pero que ahora, después de meses de inquisición y de censura, es un ejercicio de hipocresía que no se sostiene.

Al César lo que es del César. No voy a quitarle méritos a ‘Supervivientes 2024′, nos ha dado grandes dosis de espectáculo desde su inicio. Desde la vuelta al ruedo de Jorge Javier Vázquez a la tragedia griega de Carmen Borrego con su hijo, pasando por los besos en la comisura de Gorka y Marieta. Lo han tenido todo, y se agradece que un programa con tantas ediciones a sus espaldas siga entreteniendo a la audiencia. Hasta aquí todo bien. 

El problema de esta temporada, por mucho en ocasiones fuera su gran virtud, ha sido la gestión que se ha hecho de un personaje extremadamente controvertido como Ángel Cristo. Un tipo con un perfil imprevisible, tan valorado en un reality show, al que se le han permitido demasiadas cosas con el único fin de alimentar el espectáculo. Cualquier persona con criterio televisivo querría mantener al hijo de Bárbara Rey en un concurso, pero me temo que se han negociado demasiadas cosas a espaldas de la audiencia que han terminado por convertir al concursante en un tirano para la organización.

Esta semana el hijo del domador de leones, en una ataque de furia, cargaba de una forma extremadamente violenta contra sus compañeras de programa. Un ejercicio de maltrato verbal que fue acompañado por el susodicho por el mantra machista de que todas las mujeres lo único que saben hacer es pisar a los hombres. Un acto, por parte de Ángel Cristo, del que lejos de disculparse tras escaparse de safari por la isla, reapareció con un discurso en su defensa alegando temas de su vida personal para justificar los hechos. Un misógino de manual que debía ser reprendido por ello. Me atrevería a decir que había empezado a ser una amenaza para sus compañeras.

Carlos Sobera, quizás algo ambiguo, recriminó al concursante sus comentarios y Ángel Cristo fue expulsado. No por machista sino por saltarse el perímetro de la isla. Bueno, vale, hasta aquí se podría llegar a entender que se les había ido de las manos el personaje y tuvieron que improvisar a última hora. Lo que choca frontalmente con el código ético de la cadena es que este señor esté anunciado a bombo y platillo por su entrevista en plató este domingo con Sandra Barneda. Si lo expulsamos vamos con todo. Y más, cuando tenemos el antecedente de Arantxa del Sol, que fue desterrada del programa después de ser usada como contenido. Un asunto turbio que nunca llegaremos a saber en el que también estuvo involucrado el hijo de Bárbara Rey. 

A Cristo se le han permitido demasiadas cosas, tantas, que imagino que este domingo viene con un buen cheque bajo el brazo para que no largue demasiado sobre sus tejemanejes con la organización. Como productora entiendo que cuando un concursante té da juego puedas darle tabaco a escondidas o una tableta de Kinder Bueno, Carmen Borrego tiene pinta de fumar Winston. Lo que pasa es que con personajes del calibre de Ángel Cristo es mejor no llegar a ningún acuerdo debajo del tablero. Lo justo es que la audiencia juzgue y decida sin maquillajes, y en el caso de que el concursante derive hasta los extremos la organización actúe sin contemplaciones.

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