Crítica de la semana: Dramas y vetos impensados en Telecinco

ANÁLISIS | Semana del 13 al 19 de febrero de 2023

Aquí me encuentro, frente al ordenador, escribiendo una vez más sobre las crisis que atraviesa Telecinco. Una crisis que se va enquistando y sobre la que parece que ya no hay parches posibles para maquillarla. 

Vamos primero con el diagnóstico. Lejos quedan aquellos tiempos en que Telecinco lideraba mes tras mes las audiencias televisivas. Antena 3 fue arrebatándole el trono a partir de 2020 y actualmente la diferencia entre las dos cadenas es abismal. Si durante el día Telecinco todavía le pelea la batalla gracias a ‘El programa de AR’ y a ‘Sálvame’, cuando empieza a oscurecer la victoria de Atresmedia es apabullante. ‘Pasapalabra’, ‘Antena 3 Noticias’ y ‘El Hormiguero’ forman un triunvirato potentísimo al que nadie osa toserle.

Ya he contado en incontables ocasiones que el ocaso de Telecinco empezó el día que dejó escapar el concurso que actualmente presenta Roberto Leal. La lógica del low cost terminó devorando el grupo audiovisual, que ahora, ni a base de talonario, puede recuperar el favor de un público que ya hace tiempo que ha dejado de tener en el 5 a su opción favorita para entretenerse. Telecinco se instaló en la comodidad que da el liderazgo ininterrumpido. El exceso de confianza derivó en soberbia, perdiendo todo aquello que no entraba en su estrategia enfermiza de ahorrar costes. Con ello se fue ‘Pasapalabra’, y con su marcha a Antena 3 empezó el declive de Vasile. 

Los altos mandos de Telecinco creyeron que la marca estaba por encima de sus productos, daba igual lo que emitieran mientras llevara el sello habitual de la cadena. Y se equivocaron. La estandarización de todos sus contenidos propició que su público se fuera limitando cada vez más. Con ello se perdió la posibilidad de ampliar horizontes con otra audiencia, que si bien no era parte de su fandom habitual, podía transitar esporádicamente por la cadena y consumir su oferta al verse seducido por unos contenidos más diferenciados del conjunto global.

Es difícil resaltar algún elemento positivo al que agarrarse para encontrar algo de esperanza en la cadena, por mucho que sus directivos se empeñen en destacar el buen rendimiento de sus programas en el target comercial. Bueno, sí que hay uno, los grandes datos que cosecha ‘La isla de las tentaciones’ semana tras semana. Que si bien están muy lejos de los de otras temporadas, demuestran la capacidad que sigue teniendo el formato para atraer a las masas, y en especial al público joven.

Una vez hecho el diagnóstico y tras apuntar sus causas escuetamente, la gente no lee mucho como para que yo ahora me casque tres páginas de artículo, vamos con las soluciones. Aplaudimos que la cadena se haya puesto las pilas en las tardes. Los nuevos concursos no han dado los resultados esperados, tampoco ayudan esos platós que son la antítesis de la calidez, pero por lo menos se han dado cuenta que no podían seguir exprimiendo ‘Sálvame’ cinco horas cada tarde. Había que mover ficha, y se movió. 

Si bien es plausible su reforma de la parrilla vespertina, no se entiende demasiado su desidia en la oferta del prime time con la que han empezado 2023. La segunda edición de ‘Pesadilla en el paraíso‘ no es que fuera la crónica de una muerta anunciada, es que no había una sola persona en el mundo que confiara en la viabilidad de ese formato tras el nulo rendimiento de su edición anterior. Una decisión que solo se entiende por la necesidad de rellenar un hueco y la falta de previsión de idear algo decente antes del estreno de ‘Supervivientes 2023’.

Más allá de incorporar concursos a las tardes y de la marcha de Lara Álvarez del reality de supervivencia, el gran cambio de Telecinco que ha saltado esta semana es el veto a ciertos personajes. Según apuntaban varios medios, quedaba terminantemente prohibido hablar de Rocío Carrasco, Bárbara Rey o Olga Moreno, entre otros. Una noticia que matizaba ‘La opinión de Almería’ en un artículo en el que apuntaba que más que la prohibición de dar voz a ciertos personajes se pretendía proteger a otros. No se entiende, por ejemplo, que con las alegrías que le ha dado a la cadena la hija de Rocío Jurado se la carguen de un plumazo.

Me gustaría tener algo más de rigor periodístico y poder ofrecer algo más de información sobre el tema, pero todas estas publicaciones me parecen un poco confusas. Según mis fuentes, no todas las redacciones de Mediaset han recibido los vetos como tal. Pero es evidente que algo de verdad hay en todo ello y solo hace falta darse una vuelta por Telecinco para comprobar que todos estos “apestados” han dejado de tener presencia en la cadena.

Visto lo visto, no creo que la solución para mejorar sus audiencias pase por dejar de hablar de ciertos personajes, en los programas que lo han hecho hasta ahora y que en muchos casos han aportado grandes resultados. Sí que opino que hay que ampliar el foco y dar voz a nuevas estrellas de las miserias ajenas. Pero más allá de centrarnos en los programas que remueven el cotilleo, lo que hay que hacer para superar la crisis de Telecinco es diversificar su oferta. Formatos potentes para el prime time, nuevas caras, dejar de reutilizar platós y recuperar algo del progresismo que la caracterizó en su día a la cadena alegre. 

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