Crítica de la semana: La doble cara de la televisión

OPINIÓN | Semana del 13 al 19 de diciembre de 2021

Por su trascendencia y repercusión social, o por vicio, somos implacables con los productos que nos ofrece la pequeña pantalla. Ningún otro medio de comunicación está tan vigilado bajo la lupa implacable de críticos, habitantes de Twitter y conversaciones de barras de bar. Y no está mal, el escrutinio siempre viene bien en todos los ámbitos de la vida. Lo que quizás chirría es que toda esta acritud frente al televisor no se propague hacia otros canales de entretenimiento, especialmente sobre aquellos de nueva hornada que gozan de total impunidad por parte de la sociedad e instituciones públicas.

Tras el suicido de Verónica Forqué muchos han esgrimido sus plumas contra ‘MasterChef‘. Algo de razón tienen al señalar la exposición por parte del programa de una persona que probablemente no estaba pasando por su mejor momento. Pero hasta ahí, no somos psiquiatras para determinar hasta qué punto el formato fue perjudicial para la salud mental de la actriz. No sabemos ni si le hizo bien, o todo lo contrario, ni me atrevo a valorarlo.

Lo único que me atrevo a afirmar, sin conocer el caso en primera persona, es que ‘Masterchef Celebrity’ sacó partido del carácter de Verónica Forqué, divertida e imprevisible. Quiero pensar que no se sobrepasaron ciertos límites a conciencia. Limites que sí excedieron en las redes sociales todos aquellos que decidieron insultarla. Conozco algo las bambalinas de muchos programas de televisión, y sé hasta qué punto se persigue la audiencia en cada giro de tuerca, pero hay humanidad. Por mucho que cueste de creerlo, existe. Y en ocasiones la televisión falla, pero lo hace más por torpeza que por mala fe.

Parece que ahora muchos han descubierto las entrañas de la tele. Y no me refiero al fatal desenlace, sino a las astucias de las cocinas de los programas para sacar rédito de sus personajes. Los realitys buscan perfiles atrayentes y los exprimen hasta sacar todo el jugo posible, se fuerzan situaciones y se persigue el conflicto. Los hay que lo muestran de forma más descarnada y otros de forma más velada, pero como en todos los relatos, al final lo que se busca es la discrepancia entre las partes. Aunque no todo vale.

Toda narrativa debe aspirar a un planteamiento, a un nudo y a un desenlace. Lo que no puedes hacer es erigirte como modelo de buenas maneras y de decencia. Al final todos los realitys persiguen lo mismo. Lo digo por las declaraciones de una de las máximas instituciones de la productora de ‘Masterchef’ y ‘Maestros de la costura’, que hace unos meses se limpiaba las manos y escupía a la competencia. Macarena Rey afirmaba: “Nosotros vamos con unos formatos muy blancos, muy familiares, y competimos con otros muy de reality, mucho más fuertes, como pueden ser La Isla de las Tentaciones, Supervivientes o Gran Hermano. Al final hay que llamar la atención y hay que entretener. Y lo hacemos cosiendo y cocinando”. Blanco, ¡mis cojones!

Es evidente que una persona está mucho más expuesta públicamente si participa en ‘La isla de las tentaciones’ que en ‘Saber o ganar’, pero desconocemos como cada individuo vive los distintos tipos de presión que se ejercen en cada formato. Repito, no somos psiquiatras. Lo que sí que veo necesario es que TODOS los programas que trabajen con seres humanos tengan equipos especializados en psicología. Pero no solo en televisión, sería conveniente aplicarlo a todos los ámbitos laborales, para determinar hasta qué punto las exigencias y el devenir de nuestros trabajos perjudican a nuestra salud mental.

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