Por qué Suso y Asraf no merecen estar en la final de ‘GH VIP 6’

Suso y Asraf, los anti finalistas. Cuando llegar lejos en ‘GH VIP 6’ no es sinónimo de haber concursado bien.

Poco queda de aquel jueves épico e inicial que dio el pistoletazo de salida a esta gran edición de ‘GH VIP’. Los tantos por ciento de share hablan por sí solos, ocupando tales franjas horarias de programación cuatro de los siete días de la semana. Se empezó fuerte, muy fuerte. Una casa al parecer abandonada, sucia y hasta sin suministro de agua tradicional. La cotidianidad de entonces se basaba en realizar una gran limpieza general y a fondo de todas y cada una de las estancias del que sería su hogar los próximos tres meses. Además del cuidado y alimentación de varios animales de granja como fueron las gallinas, una vaca, un burro y algunas cabras entre otros. Aunque el animal que nos dio auténticos momentos televisivos fue un enorme avestruz. Su porte, características y alas intimidaron a más de un concursante durante su entrada.

A medida que las semanas iban pasando, el público fuimos testigos de auténticas tramas que se generaban dentro del concurso. Recordemos la sorprendente salida como primera expulsada de Isa Pantoja, la posterior entrada de Omar Montes y su idilio sexual con Techi, la consolidación de Suso y Aurah como pareja y por último la clara unión real, de corazón y blanca de Miriam, Verdeliss y el Koala frente al grupo mayoritario, que han intentando darles la vida mártir desde el minuto uno de concurso. Sin olvidarnos el despotismo e imposición que quería instaurar Garó, aspecto que le causó que no superara su primera nominación como muchos otros que gozan de su simpatía y están dentro de su círculo afectivo.

Toda nominación tiene una consecuencia directa; la posible expulsión. Existen concursantes que no se esconden detrás de otros intentando pasar desapercibidos, tampoco fingen ser otra persona ni maquillan su personalidad. Ese tipo de participantes son los valientes, verdaderos, aquellos que actúan de frente y se abren en canal hacia nosotros; la audiencia. Tal característica es de agradecer y en la mayoría de casos se premia con salvaciones en caso de estar en peligro y con apoyo delante de una hipotética final. Todo finalista de GH tendría que ser decidido por el público, es decir, antes de desvelar el nombre de los finalistas tendría que ser la audiencia aquella que decida si merecen ser premiados con ello o no.

Alguien que nunca ha estado expuesto a la votación popular, es decir, nunca ha estado nominado, no es un finalista con todas las letras. No nos vale con que se argumente que si sus compañeros no le han nominado es porque era buen compañero. La identidad de esta actual edición a tal argumento es la de Suso. Ningún merecido finalista de un programa de las características de GH se tendría que caracterizar por ser el veleta de la edición, por dejar en la estacada a quienes en su día le tendieron la mano ni tampoco por convertirse en un corre ve y dile llevando y trayendo información de unos y de otros. No cabe duda alguna que tal descripción corresponde al Míster Farsante de la edición; Asraf Beno.

Estamos delante de dos finalistas que han llegado a ello de una manera sigilosa, donde tanto la suerte como su cobardía han tenido mucha importancia. Por un lado, es conocedor por cada uno de los telespectadores el perfil de concursante que ha representado Asraf. Ha dejado en la estacada, vendiendo y traicionado a todas y cada una de las personas con las que ha tenido más afinidad y cercanía. Se trata de la auténtica falsedad personificada, sin olvidar su sucio y conveniente apego hacia Isa Pantoja los primeros quince días de concurso. Y lo peor no es concursar de manera pésima y vomitiva sino no reconocerlo con las pruebas encima de la mesa.

El concurso de Suso tiene dos partes, la primera hasta que su madre lo visitó en la casa y la segunda de tal acontecimiento a día de hoy. A raíz de la conversación con su madre, Suso cambió de actitud de manera inmediata. Hay vídeos para parar un tren protagonizados por él donde queda retratado. Además de querer forzar, vender y crear una carpeta de amor. Son muchos años donde conocemos a Suso y sabemos cuál es su afán. Nadie se cree tal amor que quiere difundir a toda costa. No hace ninguna crítica, para él concursa de manera excelente y no es capaz de reconocer sus errores. Su actitud, personalidad y vocabulario lo dejan en evidencia como un auténtico cavernícola prehistórico.

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