La crítica de la semana: Comunicando…

ANÁLISIS DE AUDIENCIAS | Semana del 21 al 27 de agosto de 2017.

Los atentados de Catalunya siguen centrando la actualidad televisiva. Tras la información cautelosa del duelo llegó el análisis, y con él se quebró la delgada línea entre el interés público y el respeto.

La que podía haber sido la mejor noche de ‘Mad in Spain’ terminó en un despropósito, por el protagonismo sobrepasado que adquirió su presentador. Por primera vez tenían un tema que podía despertar el interés del espectador, los tertulianos tenían muchas más credenciales que el cantante Francisco, las conexiones en directo contaban con testimonios de peso y Nuria Marín encontraba su sitio para reivindicarse como una buena entrevistadora…; todo este trabajo previo se vio dilapidado por la lamentable tasca desarrollada por Jordi González durante la primera hora del programa. Resultaba tremendamente incómodo ver al presentador buscando desesperadamente el incendio en plató, a raíz de las declaraciones del Conseller de interior de Catalunya cuando este especificó las victimas catalanas muertas en los atentados. Ningún invitado le recogió el guantea a Jordi conscientes que no era momento de entrar en debates identitarios, pero González seguía su cruzada personal en busca de un conflicto estéril que poco o nada interesaba al espectador.  Buscábamos respuestas a lo ocurrido y nos encontramos con un presentador pasado de vueltas, mezclando sus reclamaciones como contribuyente a las arcas catalanas con el horror vivido hacia solo tres días en Barcelona. El programa tuvo que conformar-se con un escueto 10,5% de share, en una noche que podía haber sido un punto de inflexión para el formato.

El nefasto papel desempeñado por Jordi González el pasado domingo despertó las iras de unos espectadores cada vez menos manipulables. Los habitantes de las redes sociales detectaron las intenciones del presentador y decidieron vociferarlo a través de sus teclados, los mismos que hicieron de #BuenoPuesMoltBéPuesAdiós trending topic tras la estúpida reacción de los periodistas al indignarse por las respuestas en catalán del “jefe” de los Mossos d’Esquadra. Si una cosa nos ha demostrado la gestión informativa de esta tragedia es la inteligencia del espectador, las manipulaciones y las intolerancias han sido detectadas por la audiencia independientemente de su ideología, alzando la voz ante la ignorancia y las dobles intenciones. Otro de los espacios que recibió estopa por parte de los internautas fue ‘La Mañana’ de TVE, al protagonizar una tensa entrevista con una activista musulmana. Al ver las imágenes uno no pude evitar apiadarse de Silvia Jato,  sin mala fe entró en jardines peligrosos en los que la contundencia de la entrevistada no dejaron margen para el error. Las buenas intenciones de la presentadora gallega por conocer la integración musulmana dentro de la cultura española se vieron enturbiadas por el experto de turno que tenía al lado, esos que todo lo saben y que entienden el mundo solo desde su perspectiva. El erudito se animó a contar sus batallitas para predisponer al público a su favor, para a que lo vieran como un señor tolerante y viajado, y una vez finalizando el autobombo lanzar la pregunta más zafia con la xenofobia implícita de regalo. El programa marcó uno de sus mejores registros, alcanzando un aceptable 10,3% de share.

Después de abordar el presente vale la pena tomar como referente a los clásicos. La1 se encargó de recordarnos el pasado lunes algunos de los nombres propios de la historia de la comunicación en España. ‘Lolita tiene un plan’ invitaba a Julia Otero, Luis del Olmo y a Juan Luis Cano en su tercera semana de emisión, alcanzando el 10,1% de share. Un placer compartir con ellos unas horas de televisión, para entender la evolución del medio, ni mejor ni peor, quizás más ingenuo entonces y más artificioso ahora. Plausible que TVE haya invertido en un formato como el de Lolita, en el que la palabra gana el pulso a los fuegos artificiales y a las florituras chabacanas. La hija mayor de Lola Flores pregunta y explica, sin convertirse en el centro de atención, no pretende adoctrinarnos ni difundir los 10 mandamientos que rigen su vida. A diferencia de Bertín, el cantante de rancheras, aquí ni se hacen alegatos a favor del consumo de vino ni se imparten lecciones de moral; es solo ( y a la vez tanto) una conversación entre amigos. Alegato final: es incomprensible que Julia Otero esté desaparecida de la pequeña pantalla mientras Anne Igartiburu o Pilar Rubio llenan horas de televisión.

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