La colaboradora ha regresado al programa, después de pasar unos días alejada del foco mediático, con las pilas más cargadas que nunca y con una luz especial.
Los más fieles seguidores de ‘Sálvame’ habrán notado estos días atrás la ausencia de una tertuliana que, por mucho que digan que solo acude para calentar la silla, arrastra un público amplio. Lydia ha tenido unas minivacaciones, para probar los primeros compases del verano, en las islas Canarias, donde en los últimos años suele ir de forma habitual por estas fechas. Y, aviso a navegantes, su vuelta ha sido apoteósica con un estilo que hacía mucho que no veíamos en ella.
Ha sido concretamente en el municipio de Guimar, con quienes se ha mostrado muy agradecida porque siempre la reciben con los brazos abiertos, donde ha pasado buena parte de los tres días que ha escapado de los cotilleos que se cocían en la península. Muchos frentes se han desatado durante su ausencia, como el escándalo en el que se ha visto envuelto Antonio Tejado y sobre el que abundan las incógnitas, la supuesta infidelidad de la novia de Rafa Mora o el descubrimiento de la estafadora del “jet set”. No obstante, se han cocinado tan a fuego lento que le ha dado tiempo a ponerse al día.
Sin embargo, pese a la abundancia de temas que abordar, la escaleta y los colaboradores quedaban paralizados cuando Lozano aterrizaba en el plató recién llegada de las islas afortunadas. No parecía ni su sombra. La escapada para coger fuerzas, que tanto le sugerían sus compañeros en muchas de las refriegas que allí se libran, ha dado sus frutos. Pero la sorpresa no era su energía, que da sin duda para más de un chuminero, sino su imponente aspecto físico. Y es que parece que ha exprimido bien el tiempo tostándose al sol, pues su bronceado resaltaba tanto que ni el público ni los colaboradores podían apartar la mirada de una Lydia que ha venido dispuesta a avasallar y a eclipsar.
Sigue toda la información de El Televisero desde Facebook, X o Instagram