CRÍTICA | ‘Objetivo Eurovisión’ 2017: un nuevo despropósito televisivo

Por Pablo Muriedas.
Si algo nos ha quedado claro esta noche es que España no merece un espectáculo tan bochornoso y esperpéntico como el que se ha vivido en ‘Objetivo Eurovisión‘. Y mucho menos incluido en la parrilla de programación de un ente público como Televisión Española. Como audiencia, un año más, confiábamos en que esta gala tuviese la capacidad de pulir, o al menos intentarlo, la gran cantidad de errores técnicos y formales de ediciones anteriores, algo que no era demasiado complicado teniendo en cuenta la baja altura del listón, pero nos equivocábamos. TVE lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a conseguir que nos sintamos avergonzados de la preselección española para Eurovisión.
A pesar de que la directora de Entretenimiento de TVE, Toñi Prieto, asegurase en una entrevista realizada hace apenas unos días que «hay que ser fresca en la vida«, el prime time de esta noche ha sido de todo menos eso. Con una factura técnica de dudosa calidad, los espectadores hemos podido ser testigos de gran cantidad de fallos de realización -incluso, nada más comenzar la actuación de Mirela Cabero se ha cruzado una cámara en el plano- aportando al directo un absoluta sensación de caos e improvisación.
Prácticamente todas las propuestas de los seis participantes han quedado empañadas por un baile de cámaras propio de cualquier retransmisión de la difunta Localia TV. Menos mal que los rumores apuntaban a que todos ellos se vieron obligados, previo toque de atención, a reducir los medios técnicos necesarios para sus actuaciones, porque si este ha sido el resultado con una pantalla, varios focos y diversas luces LED, no queremos ni imaginar lo que habría ocurrido si a alguno de ellos se le hubiese pasado por la cabeza llevar un despliegue propio de cualquier actuación digna de Eurovisión.
Es normal y comprensible que en una gala en directo se cometan ciertos errores, pero para nada tolerable que el resultado final transmita la sensación de que todo ha sido preparado en las últimas 48 horas, a pesar de que se nos haya hecho creer que la productora y la cadena llevan varios meses trabajando sobre este proyecto. Eurovisión no es una función de fin de curso de un colegio. Ni tampoco necesitamos recordar todos los años las canciones de representantes españoles que han pasado por el escenario de numerosas capitales europeas, y mucho menos con medleys y coreografías sin lógica ni sentido alguno.
Este año tuvimos la efímera posibilidad de contar con la presencia del ganador de Eurovisión en el año 2009, Alexander Rybak, pero como siempre, fue invitado con un margen inferior a dos días, y él, muy amablemente, declinó la oferta. A cambio, hemos podido disfrutar de las actuaciones de Karina y David Civera. Dos clásicos que no pueden faltar en ninguna verbena que se precie. ¡Ay, madre mía! Y luego sigue existiendo gente que se pregunta por qué nunca conseguimos una buena posición ni el reconocimiento de ningún país europeo, aunque sea por vecinismo o afinidad «política».
A pesar de todo, ‘Objetivo Eurovisión’ ha tenido algunos aciertos que sería incongruente no mencionar. Todo un acierto la participación de las ‘chicas de las redes’ Irene Mahía y Paloma G. Quirón, que ya demostraron su buen hacer en la gala final del Eurocasting y han conseguido aportar un toque de frescura a todo este conglomerado de decisiones precipitadas y puestas en escenas dejadas en manos de la absoluta improvisación. Incluso, ellas mismas se tomaron con humor las duras críticas que estaba recibiendo el espectáculo del que eran partícipes. «Las redes nos están poniendo a caer de un burro«, decían ante tal panorama.
Una gala de estas características tiene que ser capaz de generar empatía e ilusión con los espectadores que permanecen frente al televisor, a pesar de haber elegido el sábado como día de emisión. Y en ese terreno, el objetivo no se ha conseguido. TVE tiene mucho camino aún por recorrer y mucha tarea pendiente que parece, y digo «parece», no querer asumir nunca. No podemos permitir que en pleno año 2017, en el que semanalmente se crean espectáculos visuales de una sorprendente magnitud técnica como ‘Tu cara me suena’ de Gestmusic, nos veamos obligados a asistir a programas que evidencian su falta de conocimiento de las reglas básicas del sentimiento televisivo. De esta manera, todos salen perdiendo. En este caso, los grandes damnificados han sido los artistas que han confiado en TVE para presentar su mejor cara y conseguir su minuto, o minutos, de gloria ante varios miles de espectadores.
Y por si todo esto fuera poco, la elección no ha estado exenta de polémica. En los últimos minutos, justo antes de anunciar la identidad del ganador, se produjo el temido empate. Por primera vez en los últimos años, la decisión de romper este entuerto recaía en los tres miembros del jurado y no en el propio público que gasta su dinero a través de las llamadas telefónicas y los mensajes de texto. A pesar de que Mirela era la favorita de los eurofans y del televoto -le otorgó la máxima puntuación-, tanto Xavi Martínez como Virginia Díaz, dos de los tres miembros del jurado, se decantaron por Manel Navarro, siendo «fieles y coherentes a su decisión«, como indicaron. Esta decisión provocó numerosos abucheos y gritos entre el publico asistente en plató, dejando en el aire la sospecha ante la cuestionable imparcialidad de estos particulares coaches. Quizá todo este alboroto y tensión final se hubiese evitado si la organización, o al menos el presentador, hubiese dejado clara la mecánica del concurso desde el primer momento.
Aún así, Manel Navarro pisará el escenario de Kiev el próximo 13 de mayo, con su canción ‘Do it for your lover’. Esperemos que la imagen nefasta que TVE ha proyectado esta noche al resto de Europa no le afecte en las próximas semanas y consiga trabajar duro, preparando una puesta en escena y una presentación vocal a la altura de lo que, tanto su discográfica, como sus seguidores, esperan.
No olvidemos que hasta la grabación y presentación de su videoclip, los canales oficiales de Eurovisión mostrarán su actuación en ‘Objetivo Eurovisión’ como carta de presentación, y por si a alguien le ha pasado desapercibido, a la hora de repetir su canción al final de la gala, el joven cantante estuvo reclamando, hasta en tres ocasiones, que alguien le acercase, por favor, su guitarra para poder tocar, ya que le habían dejado solo frente al pie de micro.

¡La que nos espera! ¡Que el gran Uribarri nos pille confesados, allá donde esté!

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