Así es ‘Red Flags’, la valiente serie juvenil de Atresmedia que los institutos deberían proyectar

Analizamos 'Red Flags', la nueva serie de Atresplayer que llega este domingo, logra brillar poniendo el foco en algunas peligrosas e invisibilizadas conductas de los adolescentes

Diego Rey, Mar Isern, Ibrahima Kone e Iria del Valle, protagonistas de 'Red Flags'

(Red Flag: Dícese de los comportamientos o actitudes que resultan alarmantes en una relación y que rompen el equilibrio emocional de los miembros de la pareja).

Red Flagsllega este domingo 7 de abril a Atresplayer, una valiente serie de 8 capítulos de 25-30 minutos de duración, que está producida por Zeta Studios (‘Élite, ‘Reyes de la noche’, ‘Días mejores’) y creada por el autor Nando López, que se lanza a la escritura televisiva tras el éxito de la serie ‘La edad de la ira‘, basada en la novela homónima del escritor.

Escrita junto a Estel Díaz, la nueva serie de Atresmedia va directa al grano de lo que nos interesa de ella y que como buen anglicismo centennial, tiene mucho que esconder, poniendo la lupa sin miramientos en aquellas alertas rojas que vemos en los comportamientos de los adolescentes y jóvenes, ya sea en el sexo, amistades, drogas o en las redes sociales.

El punto de partida es cuando Érika, interpretada por una sublime y reveladora Mar Isern, sube un post a redes sociales en el que muestra su cuerpo no normativo en ropa interior, provocando un tsunami de reacciones, en su gran mayoría negativas. Hasta la propia app borra la publicación, lo que lleva a la chica a crear un grupo llamado «Red Flags», junto a Toni (Diego Rey), Walter (Ibrahima Kone) y Luna (Iría del Valle), en el que comparten a la desesperada un «hogar» con desconocidos, pero sin sufrir hate por contar sus experiencias, sentimientos, decepciones y problemas.

Así, en el piloto vemos a una serie de personajes con denominadores comunes: las dudas, las ganas y las inseguridades, propias de esa edad que esconde un divino tesoro, como diría Rubén Darío, pero que en la realidad hay que sufrir mucho para realmente llegar a encontrarlo. Especialmente, si eres negro, marica, gorda o simplemente una tía. Ahí las alertas rojas suenan cada vez que te acercas a ese tesoro, envenenado.

Porque ‘Red Flags’ es una serie de adolescentes necesaria, que no necesariamente para adolescentes, pues desempolva temas y conversaciones incómodas de afrontar para chavales y chavalas que ahora mismo sufren por primera vez algunos de los conflictos de estos personajes. Y que probablemente por propia voluntad no querrían verla, por ser un espejo que muestra la dura realidad, y eso a veces no nos gusta.

¿Acaso es fácil reconocer a tu grupo de amigos heterosexuales híper hormonados que has tenido una disfunción eréctil con una chica? ¿O que tu pareja, de la que estás súper enamorada, tenga empatía sexual? ¿O respetar un NO mientras practicas sexo con un desconocido? ¿O que tu novio no se haga perfiles falsos para saber si le dices la verdad? Sí, lo es. Y es una injusticia que para algunos adolescentes aún no lo sea por culpa de otros, o por herencia de muchos.

Es precisamente por esa dureza que ‘Red Flags’ es la serie de adolescentes que todos los institutos deberían proyectar, tomando la iniciativa en la educación afectivo-sexual ante conductas que en el presente de los jóvenes son dañinas, pero que en el futuro lo pueden ser aún más. Así, a lo largo de los capítulos pasan repetidamente por mi cabeza un «qué horror», «qué mal» o «a mí también me ha pasado», porque lo mejor de esta ficción es la valentía de mostrarse realista, aunque duela recordar.

La lección que todos hemos de sacar de las historias que vemos en esta ficción no es más que el respeto, por uno mismo y por los demás. Porque aunque los protagonistas sean personas LGTBI, racializadas y con cuerpos no normativos; o que deciden experimentar su sexualidad fuera de las reglas, esta serie pide respeto a todos, todas y todes. Y por ello, los cayetanos macarras que hacen bullying a Walter tendrían que ser los primeros en ver la serie.

Por otro lado, la apuesta de Atresplayer también acierta, y arriesga, al no querer vender de primeras el enésimo universo ficticio juvenil, ni obligar a engancharse a sus personajes en el primer minuto que se presentan, teniendo que quedarte con ellos capítulo a capítulo, sí o sí. Y lo ameniza con una BSO icónica y juvenil. Se agradece que Zeta y Atresmedia hayan jugado a darle la vuelta al concepto, borrando lo innecesariamente romántico y dejando en un segundo plano ese cada vez más paciente primer acto del guion, metiendo así la sexta marcha nada más arrancar, y con una buena dirección a cargo de Ian de la Rosa y la propia Estel Díaz.

Con todo ello, la mayor red flag del audiovisual en nuestro país para con su audiencia será cuando Atresplayer deje de apostar por series arriesgadas. Porque, una vez más, la plataforma de Atresmedia, vuelve a sorprender con un proyecto de ficción que rompe con las normas establecidas en este campo. Ya lo hizo hace un año con la «pequeñita» ‘Déjate ver’ de Álvaro Carmona, una enorme serie que solo esta plataforma podía apostar por ella; o con ‘Cardo‘, o con ‘La Ruta’, o con ‘Tefía’…

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