Pablo Motos, obligado a detener la prueba de ‘El Hormiguero’ frente a acusaciones de «trampas»

Como viene siendo habitual en ‘El Hormiguero’, este martes 24 de octubre, el programa de Pablo Motos sorteó un coche entre el público presente en el plató. Sin embargo, para conseguirle, primero tendrían que superar ‘El juego del mejillón’. Consiste en adivinar el número de mejillones exacto que hay dentro de una lata. En el envase informa que puede haber de 12 a 18 mejillones, por lo que el azar y la suerte son dos claves fundamentales para hacerse con el jugoso premio.

Las invitadas de la noche, Dulceida y Alba Paul Ferrer, fueron las encargadas de seleccionar que persona del público optará a ganar el automóvil. Las influencers sacaron al azar el nombre de Javier Romero, quien reconoció haber fantaseado muchas veces con participar en este juego.

«El cumpleaños de mi novia es el 15 y he visto el programa muchas veces y el 15 suele tocar», aseguró el joven. Por tal motivo, se la jugó y eligió este número. Tras lo cual, Pablo Motos comenzó a sacar mejillones del envase. Sin embargo, a mitad de juego, el presentador se vio obligado a paralizarlo, pues un mejillón se había roto y había dejado un pequeño trozo.

Pablo Motos: «Luego dicen que hacemos trampas»

Para intentar que el juego fuese lo más imparcial posible, el comunicador valenciano propuso a Javier abrir una nueva lata. «Vamos a dejarlo ahí», respondió él. Pero, cuando el juego estaba llegando a su fin, Pablo Motos sacó otro mejillón roto. Así es que el presentador paralizó la prueba y propuso abrir un nuevo envase. Algo que no gustó demasiado al joven, pues ya estaba a punto de hacerse con el coche. Por lo que se opuso a la propuesta del conductor de ‘El Hormiguero’.

Finalmente, Pablo Motos vertió el resto de mejillones e hicieron el recuento. En total había 16 moluscos, por lo que el participante se había pasado por tan solo uno, así es que no pudo llevarse el coche. Tras despedirle, el presentador explicó por qué había intentado volver a reanudar el juego: «¿Sabes qué pasa? Que no me gusta que estén así rotos, porque luego dicen que estamos haciendo trampas. Yo siempre quiero que se lo lleven».