‘The Bear‘, pese a estar encuadrada en comedia en los grandes premios de la televisión, es una historia mucho más cercana al drama que otra cosa. Y, en esta tercera temporada que nos llega este 14 de agosto, incluso podríamos decir que se acerca al existencialismo. Las cosas han cambiado en la cocina del restaurante ‘The Bear’. Pese a que retomamos la historia poco después del final de la tercera temporada (apertura del restaurante y Carmen encerrado en el refrigerador), el tono es totalmente diferente. Y podemos verlo desde los primeros compases de la serie. Atrás queda ese primer capítulo de la primera temporada, en el que un plano no duraba más de un par de segundos. Todo era estresante, todo era adrenalina en vena. Ahora es todo lo contrario, porque nos metemos de lleno en la cabeza de su protagonista.
Así que esta nueva temporada de ‘The Bear’, creada por Christopher Storer, quiere cambiar las cosas desde el principio. Busca darnos una nueva visión de la historia. Y eso pasa por ver los pensamientos de Carmy Berzatto, al que da vida una vez más Jeremy Allen White. Vemos esa cadena de traumas pasados, desde su paso por diferentes restaurantes de alta cocina, el bullying que sufrió en uno de ellos por parte del chef, y sus reuniones familiares, con su madre y su hermano fallecido.
Vemos su amor por la cocina, que está por encima de todo y de todos. Pero también cómo su mente se ha fragmentado de tal forma, que solo ver el objetivo de las cosas, pero le da igual el medio para conseguirlo. Casi se ha convertido en un robot: trabajo, trabajo y más trabajo. Y eso es lo que se convertirá en el motor central de los nuevos episodios.
Carmy desea una estrella Michelin para el restaurante, y está dispuesto a hacer todo lo posible por conseguirlo. Desde dilapidar el dinero de su tío Cicero (al que da vida Oliver Platt, desde ya uno de nuestros personajes favoritos), hasta cambiar el menú del restaurante cada día. Eso solo traerá problemas con sus empleados y sus amigos. Y también provoca que sea un personaje que no nos caiga bien. De hecho, por momentos resulta hasta cargante. Sobre todo porque da demasiadas vueltas sobre sí mismo, sin avanzar en ninguna dirección. Esa es una tónica de esta nueva temporada, que busca hacer las cosas diferentes. Se marca el objetivo desde el principio, el triunfo del restaurante, pero no cierra tramas, o le cuesta hacerlo.
‘The Bear’ se ha vuelto reflexiva, y lo demuestra al principio de cada episodio. De hecho, lo muestra con el primer capítulo, totalmente pausado y casi místico, con aires de ASMR de Youtube. Al inicio de cada episodio pasará algo similar, con cinco minutos de tranquilidad, de calma. Hasta que las cosas explotan, sobre todo en el tercer episodio, que nos muestra de una forma vívida y estresante lo que es una semana en las cocinas de un restaurante de lujo. El problema es que precisamente en este episodio vemos que el personaje de Richie vuelve hacia atrás. Su evolución a lo largo de la segunda temporada se rompe sin más, y aunque hay atisbos de ese cambio, ‘The Bear’ vuelve a lo de siempre: los chillidos y brotes psicóticos contra su hermano Carmy.
La que sigue brillando es Sydney, interpretada por Ayo Edebiri. Pero muchas veces se la relega a reaccionar a los enfados y locuras de Carmy. Su trama se queda descolgada (decidir si se hace socia del restaurante o no), y evoluciona en la sombra, en función de lo que haga el protagonista. En esta tercera temporada de la serie, eso pasa demasiado a menudo, cuando lo más interesante que tiene son precisamente los secundarios. Además de varias apariciones estelares, como la de John Cena sin ir más lejos (desternillante su papel).
‘The Bear’ sigue siendo una serie brillante, y toca donde más duele. Sabe hacerlo. La muestra es el capítulo 6, dirigido por la propia Edebiri, con el personaje de Tina como protagonista absoluta. Esa clase baja estadounidense que, lo único que conoce, es el trabajo, es la rutina, y que no tiene aspiraciones más allá de llevar dinero a casa para dar de comer a su familia. Y ahí radica la principal crítica de la ficción: una romantización de la explotación laboral y el capitalismo tardío. Ya vimos atisbos de eso en la segunda temporada, y ahora todo se recrudece. Se critica la toxicidad de los restaurantes de lujo. Pero también se idealiza con un mensaje peligroso: el trabajo os salvará. Los gritos, el estrés, el despertarse a las seis de la mañana y acostarse a las doce de la noche… Porque «es lo que hay que hacer».
Este tipo de autoritarismo en las cocinas ya ha sido ampliamente criticado en programas como ‘Masterchef‘. La obligación de responder siempre con «sí, chef», lejos de parecer una cuestión de respeto, está cada vez más cercano a una dictadura culinaria, en la que todo vale. Puedes humillar a tus subordinados, porque es lo mejor para ellos. Así sacas su mejor versión. Algo que tantos directores dramáticos han usado con sus alumnos de interpretación. Pero tratar mal a la gente no tiene que dar buenos resultados. Y aunque los dé… ¿a qué precio? ¿Realmente todo está justificado? Por eso se agradece el personaje de Sydney, que trata de hacer las cosas a su manera, escuchando y siendo mucho más paciente y empática. Lástima que no lo lleven más por ese camino.
En definitiva, ‘The Bear’ sigue a una altura de calidad impecable. Sus guiones son ágiles y su montaje es espectacular. El problema es que sigue sin apostar cien por cien por esa crítica que se le espera. Aunque esta tercera temporada se siente como una temporada puente de lo que está por llegar. Solo esperamos que el mensaje final no sea: el trabajo es tu salvación. Porque más bien, lo que está mostrando es todo lo contrario. El trabajo y el estrés de la sociedad actual va a acabar contigo.
Sigue toda la información de El Televisero desde Facebook, X o Instagram