8 de marzo: La televisión, un campo de nabos

La televisión de los noventa era profundamente sexista, pero lo era porque éramos (y somos) sexistas.

Decir que la televisión es un reflejo de la sociedad resulta una obviedad. Es algo que nos ha acompañado desde la segunda mitad del siglo XX y que refleja a la perfección cómo somos. Esta realidad pasa inevitablemente por reconocer el machismo que todos llevamos dentro. Un mundo hecho por y para hombres, iba a tener una televisión hecha por y para estos.

Si nos ponemos a ver un programa de hace veinte o veinticinco años podemos observar cómo nos causa rechazo (o debería) porque están llenos de sexismo. La televisión de los noventa era profundamente sexista, pero lo era porque éramos (y somos) sexistas.

Las Mama Chicho no es el único resquicio machista que tiene nuestra televisión de los noventa. Las mujeres han formado parte de la televisión como el comodín fácil para atraer al espectador. La figura de la mujer siempre ha sido la de acompañante sonriente dentro de la pequeña pantalla. El complemento perfecto para que su compañero masculino pudiera deslumbrar.

Pensar en esta tele nos rememora a Telecinco. Hace treinta años ‘¡Ay, qué calor!’ arrasaba en las noches de la cadena mientras sus chicas Chin-Chin mostraban los encantos de Europa bailando desnudas. Todos sabemos que para conocer qué tiene Berlín es necesario enseñar un pecho a cámara. Incluso Manolo Escobar presentaba ‘Goles son amores’ rodeado de chicas semidesnudas para mostrar en qué puesto de la liga de fútbol se encontraba cada equipo. Cómo no íbamos a entender que el Real Madrid había adelantado en la tabla al Barça si no desfilaba una chica vestida como las de la contraportada del As.

El sexismo no es algo del pasado

El machismo no se quedó en el cambio de milenio. Las formas chabacanas de atraer a la audiencia han seguido siendo las de explotación del cuerpo de la mujer. Bien es cierto que los tiempos han cambiado y usar a una mujer en televisión para que enseñe sus atributos físicos se ha quedado anticuado. Aunque siempre nos queda ‘El Hormiguero’.

El programa de Pablo Motos y su machismo son uno de los ejemplos que podemos encontrar en nuestra televisión actual. Que si mostrar chicas en bikini para ver cómo suben las pulsaciones por minuto a Imanol Arias y Pablo Motos, que si preguntar a Elsa Pataky si la ropa interior que usa es sexy o interrogar a las protagonistas de ‘Las chicas del cable’ que si saben hacer twerking. Las hormigas no son los únicos insectos que hay en el programa, también hay babosas.

También hay quien piensa que hay mujeres que no están autorizadas para hablar de feminismo por trabajar en según qué programas. La periodista Ángeles Caballero trataba este «patanegrismo» en El Confidencial cuando se refería a aquellos que nunca van a reconocer a María Patiño, Toñi Moreno o Carlota Corredera, que acababa de sacar un libro sobre feminismo. Las tres han afeado en sus programas diversas aptitudes machistas que han presenciado. Por ejemplo, un tronista de ‘MyHyV’ que prefiere a una joven que tiene menos experiencia con los hombres que otra «que se ha pegado el lote con todos sus pretendientes». Rápidamente, Moreno salió en defensa de la joven y reprochó el comentario al tronista. Y lo mismo con Patiño y Corredera desde los espacios en los que presentan y colaboran.

La información no se libra del sexismo. También Ángeles Caballero reflexionaba hace tres años sobre un congreso de columnismo celebrado en León. El congreso, como definía la propia Caballero, estaba «lleno de testosterona» ya que el cartel estaba formado en exclusiva por hombres. Después, ante el revuelo causado, la organización del congreso rectificó e incluyó a unas pocas mujeres en el cartel. La hegemonía masculina que vemos entre las «estrellas» del columnismo español se pueden extrapolar a la televisión.

¿Cuántas mujeres politólogas que hayan visto en una tertulia serían capaces de nombrar? Hagan el esfuerzo: ¿Les salen al menos dos? A mí no. ¿Por qué siempre son ellos los que tienen que hablar como expertos en derecho? ¿No hay politólogas? ¿No hay abogadas?

Directivos, la igualdad también es cosa vuestra

Lograr la igualdad es cosa de todos. Y este todos también pasa por los directivos de televisión. En estos puestos de decisión la presencia femenina se vuelve prácticamente nula. Sin embargo, son los primeros que este 8 de marzo han puesto morado en sus pantallas, por eso de la igualdad, aunque ahí se queda.

Si echamos una mirada rápida a los puestos de dirección de las grandes televisiones podemos contar prácticamente con los dedos de una mano a las mujeres que se sientan en estos. Que las mujeres puedan estar en puestos de representación, decisión, gestión y creación es crucial para lograr una igualdad. No podemos hacer una televisión donde ellas también sean parte activa sin que ellas decidan.

Un estudio realizado en 2010 por Creative Skilset señala que a partir de los 35 años la presencia femenina en las redacciones cae considerablemente. Solo el 16% de las mujeres siguen trabajando en medios de comunicación después de los 50 años. En la televisión ese porcentaje es aún más bajo. La devaluación, aparte de la conciliación familiar, pasa por lo juvenil que parezca la periodista en cuestión.

La televisión es imagen. Y esta iamgen juega en contra de las mujeres porque a ellas siempre se les exige mucho más que a los hombres. Exceptuando las televisiones públicas, es muy complicado encontrar a una mujer más madura presentando un informativo o dando paso a un reportaje desde el lugar de la noticia. Las mujeres desaparecen cuando no cumplen cánones estéticos, y es un problema.

A los hombres, por contrario, nos es más fácil triunfar en imagen. Solo nos basta con quedar bien en cámara y saber comunicar bien. Cuando nosotros somos los invitados a un programa el maquillaje es secundario, el de ellas es obligatorio. Mientras a nosotros con una camisa y una americana nos despachan en vestuario, ellas tienen que llevar vestido.

Tampoco debemos culpar a aquellas mujeres que viven en gran parte de su imagen, por mucho que sus televisiones la exploten. Cristina Pedroche no debe ser el foco de las críticas. ¿Por qué su cadena usa su supuesta libertad a modo de promoción de las Campanadas?¿Es libertad promocionar el traje de las Campanadas paseando desnuda por la Puerta del Sol? Si realmente Cristina Pedroche fuera libre y no una estrategia de marketing enseñaría su vestido desde el primer momento, y no mantendría expectante a la audiencia hasta que se quita la capa que cubre el vestido después de haberte colado media docena de spots publicitarios de cervezas. Usar el cuerpo de una mujer con fines publicitarios es igual de deplorable que poner a una Mama Chicho a mover el trasero como una parte del decorado más. Es más, es lo mismo.

Faltan directivas, incluídas directoras de televisiones, y de programas ya que estamos, faltan responsables de comunicación, de producción, faltan técnicas, cámaras, sonidistas, faltan personajes protagonistas, faltan historias. En definitiva, falta igualdad y esta igualdad pasa por la presencia de mujeres. Lograr una televisión donde las mujeres también estén incluídas y valoradas es posible, solo hace falta voluntad.

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